Tolstoi renace a los 100 años de su muerte.

27 Feb 2011

«El escritor ruso acumuló vivencias épicas (combatió en el Cáucaso y en Sebastopol) pero su vida interior bulló aún con más fuerza. Como buen ruso, Tolstoi se comía la vida a mordiscos (igual que la osa) pero a la vez gustaba de comerse la olla. Tolstoi fue un hombre de vitalidad carnívora y alma rumiante. Vivía con los pies en la tierra pero a la vez en las nubes, cazando preferiblemente las Osas del firmamento. Era mitad acción, mitad cavilación. Sobre todo a partir de los años 70 del siglo XIX…
 El escritor Maxim Gorki reconoce en sus recuerdos (Nortesur, 2009) que la muerte de Tolstoi lo dejó tocado. “He roto en un llanto iracundo y angustioso”, reconoce antes de proseguir con su lamento: “Siento una orfandad total, escribo y lloro, nunca antes en mi vida había llorado tan amarga e inconsolablemente. No sé si le amaba, ¿pero acaso importa si era amor u odio lo que sentía hacia él?”.
 En Moscú, donde estos días se proyecta la película norteamericana ‘La última estación’ sobre los últimos días de Tolstoi (interpretado por un enorme Christopher Plummer) he visto a moscovitas moqueantes que lloraban emocionados ante la muerte recreada del escritor y que aplaudían emocionados al final de la película. No sé por qué, pero me cuesta imaginar una reacción similar en un cine de Madrid ante una película biográfica sobre Miguel de Cervantes.
 El escritor gallego Alvaro Cunqueiro dijo una vez que toda la literatura rusa esta atravesada por un pitido de tren en la noche.
 La Iglesia Ortodoxa rusa sigue condenando hoy a Tolstoi, cuyos choques con zar y sus ataques a la religión oficial, así como su adicción a los diarios, lo habrían convertido hoy en un bloguero antisistema. Así lo cree Pavel Basisnsky, autor del libro ‘Huida del Paraíso’, sobre los diez últimos días de Tolstoi, que sostiene que “la blogosfera habría sido una buena plataforma para Tolstoi”. No sólo porque le gustaban las innovaciones tecnológicas (aunque repudiaba el cinematógrafo), sino porque le agradaba “la interacción con la gente”. Otros van más allá, como el director teatral Mijail Ugarov, para quien Tostoi sería hoy “un bloguero de oposición enfrentado al poder y a la Iglesia” cuyo anarquismo cristiano y su pacifismo lo habrían condenado a prisión.
 El escritor Mauricio Wiesenthal compara al viejo León con un oso. “Los Tolstoi nacían como oseznos: las extremidades grandes, la boca golosa, el corazón enardecido, el abrazo fácil, la sangre brava, y la mirada misteriosa como la bruma del bosque” escribe en su fantástico ensayo ‘El Viejo León’ (Edhasa, 2010).
 “El hombre no puede ser dueño de nada mientras tenga miedo a la muerte. Quien no tiene miedo a la muerte lo posee todo” piensa Tolstoi por boca del personaje de Pierre en ‘Guerra y Paz’. Tolstoi temía a la muerte (en concreto a morir de pulmonía) pero los cañones de Sebastopol o a la mordedura de las fieras (críticos incluidos) nunca le pusieron la carne de gallina.
 “Tolstoi no fue a ninguna parte” titula la revista cultural Russki Mir. Efectivamente, cien años después, Tolstoi sigue con nosotros».

BLOG Daniel Utrilla –artículoEl Mundo Madrid.

Entrevista a Daniel Utrilla 1. — Entrevista a Daniel Utrilla 2.

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