“Durante 11 años, la voz de Daniel Utrilla sonaba en los teléfonos de EL MUNDO, “soy Daniel, de Moscú”, y todos sonreíamos. Que tipo, Daniel. Apenas lo conocíamos en persona, porque nunca hizo ‘mili’ en la redacción. Sabía ruso, de modo que lo ficharon para enviarlo en el acto a Moscú; el resto de noticias eran rumores casi cómicos: llevaba una perillita como de escritor del XIX, el alias de su correo personal era ‘utrillov’, era más joven de lo que se pensaba, estaba obsesionado con Dragó y con el Real Madrid…
Un correo de ‘utrillov’ llega con sus explicaciones sobre ‘A Moscú sin kalàshnikov’. “¿Por qué Rusia? Después de escribir este milhojas de 500 páginas creo haber llegado a la conclusión de que fue un flechazo estético a través del cine (que conformaba una imagen demasiado pérfida de Rusia como para no resultar tentadora) y de la literatura, con esos personajes rebozados en nieve y devorados por dudas existenciales mientras aman, luchan, crecen, se reproducen y mueren…
“La mujer rusa es fascinante. Es muy femenina de puertas hacia fuera (algunas, de hecho, se pintan como puertas) pero en su interior rebulle un alma de matrona. Son de una belleza subyugante que genera en el extranjero algo parecido al ‘landismo’, que es una reacción física, real y palpable (palpable sobre todo en los bailes ‘agarraos’, lance folclórico de la noche moscovita al que dedico seis o siete páginas de mi libro). Pero junto a esa belleza dolorosa la rusa tiene un carácter dominador, que compensa con una ternura y una entrega extremas. En Rusia no valen las medias tintas. Se ama y se odia apasionadamente, sin minutar… El amor en Rusia es una experiencia total y totalitaria… ”
Articulo – El Mundo – Cultura – 09.01.2014
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